Mientras Roberto Madrazo se baja de su helicóptero para correr maratones sin acordarse quizás que durante el año era 490 a. de C., los griegos habían derrotado a los persas en la batalla de Maratón y teniendo que llevar las buenas noticias a la ciudad de Atenas, el soldado Pheidippides corrió cerca de 40 kilómetros de Maratón a Atenas y, cuando llegó, tuvo solamente fuerzas para decir "ganamos", e inmediatamente caer muerto. Y mientras Calderón anda por el país simulando un paseo dominical reflejando quizás que la buena política es salir con la familia a dar la vuelta en bicicleta, o subido en un trailer o manejando vehículos antiguos. López Obrador sigue en una campaña que atrae a más público que sus adversarios políticos. ¿Por qué? ¿Por qué los mítines del candidato perredista provocan lo que hasta ahora no han podido ni Felipe Calderón o Roberto Madrazo? ¿Por qué no han podido levantar vuelo en sus aspiraciones electorales? ¿Por qué no han tenido el poder de convocatoria que tanto presumían durante la insoluble tregua navideña? ¿Será acaso que la derecha de Felipe posó su mano, como siempre, en el cielo alejándose cada vez más de la tierra donde los mortales hacen sus mítines? ¿Será acaso que nadie le cree a Roberto Madrazo en ese epígrafe salido desde las mismas catacumbas magisteriales de su partido? Y que los asistentes que llega a reunir son agregados estudiantiles llevados de universidades públicas que le lanzan a quemarropa: arriba el peje, para que no olvide que el país es otro y que los dinosaurios se extinguieron hace 65 millones de años junto con el acarreo electoral. ¿Será acaso este el principio del fin de los candidatos del PRI y del PAN? Porque como la ley murphy establece: Lo que mal comienza, mal acaba, y si se piensa que algo mejorará, craso error, se pondrá peor. Mucho peor para el PRIAN mejorando todo lo demás. |
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